Cuando los etruscos necesitaban fundar una nueva ciudad, en realidad se disponían a realizar un acto de creación que temían que pudiese molestar a los dioses.
Por ello seguían una serie de ritos, que reflejarían la "voluntad divina".
Dichos ritos sólo los podía realizar el Augur que había sido iniciado en una serie de conocimientos secretos. El Augur subía a un alto y decidía el centro y los dos ejes principales de la futura ciudad y una vez hecho esto declaraba in-augur-ada la ciudad.
Tras esto llegaban varios rituales más para acabar en la parte más importante de toda la ceremonia: el arrastre del "suculus primigenius" por el inaugurador de la ciudad para demarcar sus límites. Esto no era otra cosa que un arado tirado por un buey blanco y una vaca, el buey al lado externo y la vaca al interno. Con él araba toda la superficie de la que iba a ser la ciudad. La hoja del arado estaba colocada de forma oblicua para que la tierra quedase en la parte interna, y por tanto del lado de la ciudad, si ésta caía fuera los seguidores la recogían y la tiraban dentro de los límites de la ciudad. Cuando llegaba a la altura donde se encontrarían las entradas de la ciudad (tres según el ritual etrusco) levantaba el arado y lo llevaba en volandas hasta donde continuara la muralla. Según los escritores del Mundo Antiguo es este transporte (portare) lo que da origen a la "porta", nuestra puerta actual.
Por ello seguían una serie de ritos, que reflejarían la "voluntad divina".
Dichos ritos sólo los podía realizar el Augur que había sido iniciado en una serie de conocimientos secretos. El Augur subía a un alto y decidía el centro y los dos ejes principales de la futura ciudad y una vez hecho esto declaraba in-augur-ada la ciudad.
Tras esto llegaban varios rituales más para acabar en la parte más importante de toda la ceremonia: el arrastre del "suculus primigenius" por el inaugurador de la ciudad para demarcar sus límites. Esto no era otra cosa que un arado tirado por un buey blanco y una vaca, el buey al lado externo y la vaca al interno. Con él araba toda la superficie de la que iba a ser la ciudad. La hoja del arado estaba colocada de forma oblicua para que la tierra quedase en la parte interna, y por tanto del lado de la ciudad, si ésta caía fuera los seguidores la recogían y la tiraban dentro de los límites de la ciudad. Cuando llegaba a la altura donde se encontrarían las entradas de la ciudad (tres según el ritual etrusco) levantaba el arado y lo llevaba en volandas hasta donde continuara la muralla. Según los escritores del Mundo Antiguo es este transporte (portare) lo que da origen a la "porta", nuestra puerta actual.
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