jueves, 17 de diciembre de 2009

Katana


Las espadas japonesas, habitualmente conocidas como katanas, tienen una serie de características que las hacen especiales y diferentes a las típicas espadas occidentales. El filo de la misma es enormemente cortante mientras que el lomo es resistente pero blando y flexible. Esto se consigue a través de un complicado proceso de fabricación. Al final del mismo, se cubre la hoja con arcilla, dejando el filo al aire, sin recubrir. Gracias a esto, en el proceso el filo se enfría mucho más rápido que el resto del arma, haciéndolo mucho más duro que el lomo.

Los samuráis solían llevar dos espada, una katana, larga, y una wakizashi, más corta. Por supuesto, cuando esta costumbre se hizo popular, en el siglo XVI, comenzaron a fabricarse ambas espadas de manera combinada, es decir, con los mismos adornos y aspecto. Esta combinación de ambas se conoce como daisho.

Para acabar, un poco de terminología con respecto a la katana o espada de los samuráis:
  • Yokote – Es la zona dura y afilada de la hoja. Con lo que se corta, vaya.
  • Shinogi – Es la arista de la hoja.
  • Mune – Es el lomo de la espada, lo que podríamos denominar canto.
  • Boshi – Es la punta, templada, de la espada.
  • Hamon – Es la línea de templado. La zona que diferencia las partes que comentaba en el primer párrafo como cortantes y blandas. Es algo similar a una línea que recorre toda la hoja. Por este detalle, y gracias al dibujo que marca dicha línea, se puede identificar al espadero en algunos casos.
  • Habaki – Es la virola de la espada, por decirlo de algún modo, une el guardamano con la hoja.
  • Fuchi – Es la abrazadera de la espada, por detrás del guardamano, donde comienza la empuñadura.
  • Tsuba – Es el guardamano de la espada. En estas espadas, suele ser muy pequeño, a diferencia de muchas de las occidentales.
  • Tsuka – Empuñadura de la espada.
  • Kashira – Pomo.
  • Saya – Es la vaina en la que se guarda la espada.
  • Sageo – Es el cordón por el que se ata la vaina de la espada al cinturón del samurái.
Fuente: Enlace

lunes, 7 de diciembre de 2009

Craso Error


Seguro que muchos de vosotros habréis oído esta expresión pero no podéis descifrar exactamente a qué se refiere, otros muchos habréis oído su variante más original "graso error". Esta expresión no tiene nada que ver con la grasa o el aceite sino con Marcus Licinius Crassus cónsul romano en 55 a.C.

La palabra "Craso", se aplica a un error o equivocación que es grave y no tiene disculpa. Es una herencia del latín. Se dice que los romanos nunca habían invadido otros pueblos sin tener una
excusa para ello (y que de hacerlo, no contarían con el apoyo de los dioses), hasta que Marcus Licinius Crassus cónsul en 55 a.C. decide invadir Partia, buscando honores para estar a la par con
César y Pompeyo, pero en este caso, el cazador fue cazado, ya que los partos prepararon una emboscada genial asesinando a Craso (Crassus) y sus Legionarios (entre ellos su hijo Publius). Desde entonces, se decía Crassus Errare para referirse a un error como el de Craso (o cualquier error fatal).

No contento con esto, hoy vamos a añadir otro detalle de Craso para que sintáis aún más cariño por este personaje.

Si hace 2.000 hubiera existido una lista de los más acaudalados, ¿quién la hubiera encabezado? Pues sí nuestro conocido Craso (114 a.C – 53 a.C.), considerado, en la actualidad, el hombre más rico de la historia, según el Libro Guinness de los Records 2007. Su fortuna no provenía de la familia aristocrática donde nació, sino en su ingenio para los negocios, la especulación y el tráfico de esclavos. Su capital llegó a alcanzar los 170 millones de sestercios, lo que equivale a unos 900.000 millones de nuestros euros. Su codicia era tal que los sirios, según cuenta la leyenda, tras capturarlo, le cortaron la cabeza, la rellenaron de oro y exclamaron: “Bebe oro, ya que sediento fuiste de él”.

Fuente: Enlace Enlace