Pero las cosas pudieron no ser siempre así. De hecho, una simulación informática realizada por Mark Wieczorek y Matthieu Le Feuvre, del Instituto para la Física Terrestre de París, apunta seriamente a la posibilidad de que, hace miles de millones de años, la situación fue exactamente la contraria: era precisamente la cara oculta de la Luna la que apuntaba directamente hacia la Tierra. Después, el impacto de un gran asteroide le dio literalmente la vuelta y la dejó en la posición que ocupa actualmente.
Para llegar a esa conclusión, Wieczorek y Le Feuvre han estudiado las edades relativas y la distribución de 46 cráteres de impacto lunares. Según sus observaciones, el hemisferio oeste de la Luna, tal y como se ve desde la Tierra, muestra hasta un 30% más de cráteres que el hemisferio este. Esto es así porque el hemisferio oeste siempre apunta en la misma dirección en que la Luna se mueve. Y eso hace que tenga más posibilidades de recibir impactos, igual que es más probable que choquen más mosquitos contra la parte delantera que contra la trasera de un coche en movimiento.
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